La complicidad de antaño.

jueves, 22 de mayo de 2014

Siempre hemos sido unos infantiles,
y nos encantaban los juegos.

 Comenzamos con la gallina ciega,
 yo siempre llevaba el pañuelo,
 y con mi despiste me lo olvidé siempre puesto,
 hasta llegar a crear dos lentillas cargadas de ilusión,
 por las que filtraba la realidad,
desarrollando un fuerte conocimiento empírico de alegría.

 También era experta en aguantar a la pata coja,
 me acostumbré a ese medio mundo de inestabilidad a pesar de los golpes,
 con la sensación de poder volar mientras levantaba los ojos al cielo.
Tú en seguida descubriste el secreto,
 era mejor sostener la vida sobre dos fuertes pilares sólidos,
en vez de uno tambaleante.
 Yo no soportaba esa idea de aferrarme con dos cadenas
 que dificultaban a la libertad,
si podía vislumbrar un universo infinito de pensamiento.

 Pero sin dudarlo mi preferido era el escondite,
 donde guardé como tesoro mis sentimientos,
y comenzaste la caza de ellos
al unísono de mi voz "caliente caliente frío frio frio frio...."
hasta que solo quedó el eco de nuestro amor,
decidiste que tu recompensa era mejor en otros corazones
que en nuestros estúpidos juegos.

 Y ahí me quede yo, con mis acuarelas, temperas, peonza y cuerda.

 Me "actualicé" como dicen los tiempos modernos,
y cambié mis abalorios, por otros nuevos,
como una botella cargada de mentiras que giraba para unir dos bocas.
 Me hice experta, probé medio Madrid, con dos objetivos,
uno encontrarte,
 el segundo poder igualar en algún momento aquella complicidad de la amistad de antaño.

 Un día me caí, se rompieron las lentillas de ingenuidad,
el velo que me tapaba los ojos,
desapareció el filtro, que ahora contenía el significado relacionado con el tabaco.

 Y la realidad escupía una palabra " egoísmo",
 abandoné el empirismo por el racionalismo
y dejar de confiar en cualquier cosa.


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