Poesía VI: Poesía de posguerra, Francisca Aguirre

lunes, 2 de junio de 2014

Después de algunas semanas teniendo abandonada esta sección principalmente por exámenes y ahora por selectividad, quería volver con un poema que refleja el pesimismo de esta época que deja una profunda desolación, y descubrir a una poeta que no es especialmente conocida.

Propietarios.

Porque no poseemos nada,
ni siquiera la valga sombra de futuro
que a nuestra infancia responsable pervertía.
Porque no somos dueños de nada,
ni aún del propio dolor
que con asombro hemos mirado tantas veces,
y sí soñar desesperadamente
que todo lo tenemos al borde de la mano,
de esta tozuda mano que nos nombra
con más rigor que un apellido

Dueños de desearlo todo: qué tristeza
Dueños del miedo, el polvo, el humo, el viento.

Paisajes de papel.

Aquella infancia fue más bien triste.
Ser niño en el cuarenta y dos parecía imposible.
Nuestra niñez era una mezcla de compresión y aburrimiento.

Éramos serios y aburridos.
Recuero aquellas tardes, eran como el mundo era entonces:
sin resquicios y tristes.

Veo a mis pocos años observar con ahínco,
tras el cristal opaco, la calle larga y gris;
el sol estaba lejos y era lo único barato,
lo único que traía alegría sin exigirnos nada.

Veo a mi niña, adulta y consecuente
con un programa bien trazado:
crecer, crecer muy pronto, date prisa
-ser niño era una carga demasiado pesada
para nosotros y para los grandes-

Sólo en verano el mundo parecía asequible,
durante tres o cuatro meses saltar, correr, era la vida.
Lo gris volvía siempre muy pronto.

Un día amanecimos lentas, crecidas,
llenas de miedo, de presente.

Buscábamos palabras en el diccionario
con el afán de comprenderlo todo:
necesitábamos hacer lenguaje.

Algunos nos miraban con asombro,
decían que éramos inteligentes.

Nosotras durante los dolientes domingos,
dibujábamos inseguros paisajes.
Durante mucho tiempo ésas fueron todas mis excursiones.

Salir a un campo que no fuera pintado
suponía gastar unos zapatos.

Salir, salir, ése era el sueño,
abolir a las trenzas, inaugurar la barra de labios.
¡Mi reino por un trabajo!

¿Cómo rendir ahora un homenaje a aquellos días?
¿ Cómo añorarlos sin desconfianza?

Se arrugaron, igual que los paisajes de papel,
mientras crecíamos hacia ese desconsuelo que hoy nos puebla.


Francisca Aguirre.






1 comentario:

  1. ¡Hola!
    Pues no soy muy partidaria de la poesía, la verdad, sólo me gustan algunos clásicos como Becquer y poco más x)
    Tienes un premio en mi blog, pasate!
    Besines <3

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