Donde los capullos terminan siempre en una flor.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Eres un capullo,
en el doble sentido de la palabra.
Me miras y me desbordo
de miedo y felicidad.

Siento aún cómo tus labios rozan mi frente
y tu saliva ayuda a cicatrizar las dos brechas
que me impiden bailar y patinar.
Competíamos en carreras de corazones veloces,
por ver quien vivía más.

Jamás subimos a escenarios,
nosotros siempre en la fosa
metiéndonos mano entre notas.
Creábamos tensión sin tocarnos
porque teníamos la melodía de nuestro lado.

El sujetador rojo y las bragas negras, 
hacían el acorde perfecto para ser
el mejor capullo que florecía en primavera.

Pero sabes que he sido siempre de leer bastante.

Y esperándote un día en la biblioteca,
tropecé con un diccionario 
que me dio un puntapié en el costado.
Mostrándome otras connotaciones, 
que no entraban en mi inocente vocabulario.

Y en el suelo, con las rodillas ensangrentadas,
mi polvo de hadas se convirtió en mera ceniza,
que ensuciaba la estancia.
Y lo que había sido un cuento, 
se transformó en una novela negra barata.

La realidad me escupió a la cara para enseñarme,
que te ponías colorado bajo otros cerezos.
Que tus manos buscaban otra espalda como teclado.
Tus labios mordían otras nubes sabor a nata.
Y tus abrazos consolaban otros versos.
donde los capullos terminansiempre en flor.




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